domingo, 6 de mayo de 2007

Guiza


Las excavaciones

A finales del siglo XIX la meseta de Guiza, parcialmente enterrada por las arenas, era objeto de excavaciones clandestinas por aparte de nativos y viajeros aficionados a la búsqueda indiscriminada de objetos antiguos. El detonante que puso fin a tal actividad fue el hallazgo de la bella estela de Nefertiabet, que se ecuentra actualmente en El Louvre, hecho por el diputado británico Montague Ballard en 1902.

Gastón Maspero, director del servicio de Antigüedades, decide invitar a equipos profesionales de arqueólogos avalados por una Universidad. Es asi como entran en acción el americano George Andrew Reisner, el italiano Ernesto Schiaparelli y los alemanes Ludwig Borchard y Georges Steindorff. Fue en diciembre de 1902 cuando, reunidos en el hotel Mena House al pie dela gran pirámide, tuvo lugar el reparto de las concesiones.

En principi, todos aspiraban a una parte del cementerio Oeste, principal objeto del reparto. La cosa fue más o menos así: la Sra. Reisner puso tres paeles, numerados de 1 al 3, en el interior del sombrero de su marido. La parte Sur, en que se dividió el cementerio occidental, correspondió a los italianos; la parte central a los alemanes y a Reisner le toco la parte Norte. Después vino el reparto de las pirámides. Reisner sabía que los italianos estaban interesados por la pirámide de Kufú, mientras que los alemanes lo estaban de Khafra. Reisner dijo que no había problema y que se las ponían quedar sin sorteo previo entre los tres, a condición de que a él le cedieran Menkaure, por la que tenía un especial interes, y la parte Norte del cementerio del Este de la gran pirámide. Asi se hizo y todos contentos.

Aunque este fue el reparto inicial, a partir de 1905 Schiaparelli abandona la concesión italiana que pasa a depender de Reisner. Los americanos, como no podía ser de otra manera, se llevan la parte del león. De ahora en adelante las piezas cedidas a los EE.UU. incrementaran los fondos del museo de Boston, mientras que la universidad de Harvard publicará los trabajos de la misión americana. Ya entonces, el dólar era el dólar y la prepotencia americana se hacía sentir. Por cierto que el Sr. Reisner era , según se dice, un claro exponente de esta cualidad, la prepotencia, lo cual no quita ni un ápice de valor a su excelente trabajo profesional. Fue un arqueólogo meticulosoque, al igual que hiciera Petrie, excavó con un rigor cientifico fuera de toda crítica. Dedicó su vida a Egipto. Murió en Guiza tras 40 años de excavaciones y estudios. Como Marette Pachá, Reisner descansa en Egipto.

Peculiaridades del reinado de Kufú

El Reino Antiguo está lleno de zonas oscuras debido principalmente a la falta de documentación, pero el reinado de Kufu tiene una serie de particularidades a las que los egiptólogos aun no han encontrado respuesta.

Durante la primera mitad del reinado de Kufú, las mastabas hacían gala de una sobriedad absoluta, sin duda impuesta por el faraón. Al contrario que las tumbas de la dinastía anterior, en las que las tumbas presentaban efigiess del muerto y unas amplias capillas con varias salas decoradas, con Kufu todo cambió sin que se sepa por qué. Lo cierto es que las primeras mastabas de su reinado sólo presentan una sencilla, aunque muy bella estela, que nos facilita el nombre y la posición social del desaparecido.

En un momento determinado, las antiguas mastabas se amplían con capillas construidas en adobe. Las dos falsas puertas situadas en la cara Este de los monumentos funerarios, único ornamento de las primeras mastabas, pronto son el escondido lugar de ofrenda al que se accede por una o varias estancias que constituyen el cuerpo de la nueva capilla adosada. Muchas de las únicas y exclusivas estelas que se ubicaron en las facchadas de la amstaba, permanecieron en su lugar, pero se ocultaron con una losa de forro. Ello ha hecho que nos hayan llegado ahasta nosotros en un muy buen estado de conservación. La delizadeza de su relieve y pintura atestiguan que salieron de los talleres reales, sin duca como un regalo del faraón.

Entre esas estelas llamadas de “menú pancarta” cabe destacar la del principe Upemnefer que está en el Museo de Berkeley.La de la “conocida del rey” Nefer, T.G 1207, también está e Berkeley. La de la princesa Nefertiabet, T.G 1225, esta en el Museo del Louvre.

Las llamadas cabezas de reserva

estas esculturas constituyen el apartado más enigmático de toda la estatuaria egipcia de todos los teimpos. Son asexuadas en la delicadeza de sus facciones y presentan,en su inmensa mayoría, mutilaciones intencionadas, sin duda obedeciendo un rito funerario desconocido. Se encontraron en el fondo del pozo funerario y junto a la losa o pared de cierre de la cámara funeraria. Sólo se dan en esta época de la IV dinastía y excepto contadisimas excepciones sólo en Guiza. No se han encontrado restos de pintura en ellas.

Evolución constructiva de las mastabas en la IV Dinastía

Las primeras mastabas, construidas por Kufu al mismo tiempo que se levantaba su pirámide, ocuparon de forma ordenada, que Reisner clasifico como “calles” (las paralelas al lado occidental de la pirámide) y “avenidas” (las perpendiculares), la parte central del cementerio occidental. Se construyeron a una cierta distancia de la pirámide a fin de dejar espacio para e movimiento de piedras y talleres del monumento. Estaban destinadas a los parientes y altos funcionarios de la corte. Se construyeron a base de un núcleo de cascotes o piedras más o menos escuadradas con un revestimento de piedra caliza que más tarde fue pulida.

Los pozos que conducían a la cámara funeraria, atraviesan la superestructura de la mastaba. Al principio sólo unas falsas puertas, situadas en la cara Este, eran el lugar de culto. Más tarde se edificaron capillas adosadas hechas con adobes.

En cuanto a las primeras mastabas del cementerio Este, se destinaron a los príncipes y familiares más próximos. las reinas se enterrarían en las pirámides satélites. Las 12 grandes mastabas, próximas a la pirámide, que solo tenían un pozo funerario, pronto se convirtieron en 8 más grandes y con dos pozos y cámaras destiandas a un príncipe y su esposa. Para ello se unieron las dos más próximas a la calzada de Kufu, es decir las 8 más al Norte. El resto se consiguió edificando media mastaba a las cuatro ya existentes.

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